Las corridas de rejones siempre llevan a la plaza a un público variopinto. Quizás porque a mucha gente les gustan los caballos o quizás porque los abonados regalan sus entradas a la parienta para ir a lucirse un fin de semana a Las Ventas aprovechando el buen tiempo.
Mucha gente va desconociendo las suertes y sin criterio alguno. Aplauden piruetas pero se olvidan del embroque y el momento de reunión. Lo que a pie se critica de poner banderillas a toro pasado lo de ayer en Madrid fue casi la tónica general.
Fermín Bohórquez, veterano de los ruedos, no se encontró cómodo. En su primero no estuvo fino ni en sus pares a dos manos donde tan seguro se muestra otras veces y tan buen resultado le ha dado. Si bien es cierto que parece que nacido encima de un caballo no es menos verdad que los años pasan y el cansancio y el desgaste se va notando. Fallón también con el rejón de muerte consiguió que le tocaran las palmas en el cuarto.
El de Jerez era el preámbulo al pique de la temporada a caballo. Con las ganas del duelo de Ventura-Hermoso que se suspendió en Sevilla éste era el escenario idoneo. La primera plaza del mundo.
Pablo no tuvo suerte con su lote. A cual más soso y parado. Pero pareció no tener excesivos recursos para poner patas arriba Madrid, como tantas y tantas veces ha conseguido con toros no mejores que los de ayer. Coincide que muchos toreros hacen la misma faena a todos los toros. Pues parece que la gente quiere siempre lo mismo en las corridas de rejones. El toro soso y parado no era para que Chenel se luciera. Era para que Pablo apretara y defendiera su estatus -económico y social- en el arte a caballo.
Al final parece que las dos orejas de Diego Ventura sirven para abrir el marcador. Un 2-0 porque ayer no hubo mucho toreo, parecía un partido entre dos por ganar. Pues entonces, ahí lo tienen. Pablo 0- Diego 2. Y Ventura virtuoso como siempre. Citando en la misma cara del toro, acortando terrenos. Y luchando por ganar. Por marcar primero. Arriba se vino en el sexto cuando vio que podría abir en solitario la Puerta Grande. Lo hizo. Y también estaba allí Morante. Mordiendo al soso de Carmen Lorenzo. Que falta de respeto y de todo a un animal como el toro bravo. Un toro bravo pese a tener las puntas recortadas que yo creo que debería existir un límite. Demasiado afeitados están. No debería ser así. Tampoco debería aplaudirse como aplaudieron -lo de las palmas cual concierto es como poco repugnante- esos bocados y esas piruetas a cuatro metros, no ya de la cara sino del culo del toro.
Los rejones es el toreo a caballo. No un festival de caballitos y piruetas. Eso no es. Luego que no se quejen de que los aficionados a los toros critiquen el «tiovivo». Porque pese a esa lucha y sin torear a caballo -como saben, puden y deben Pablo y Diego- convertirán en un circo con caballos domados las corridas de rejones.
12ª de abono. Lleno. Toros de Carmen Lorenzo y uno de San Pelayo (4º), reglamentariamente despuntados. Mansos y soso. Con nobleza.
Fermín Bohórquez: silencio y ovación.
Hermoso de Mendoza: ovación y ovación
Diego Ventura: oreja y oreja