Llámenlo como quieran


La novillada de El Ventorrillo era bonita para aburrir. Preciosa de presentación y con hechuras de embestir por abajo. Novillada para pensar en el triunfo. Pero al final aburrió hasta la saciedad.

El mexicano Diego Silveti estrelló sus aspiraciones, ilusiones o como lo quieran llamar con un lote imposible por manso, descastdo y complicado incluso. Lo intentó todo una y otra vez Silveti. Disposición no faltó y hasta arriesgó en exceso en las bernardinas para terminar la faena al cuarto. Flojo con la espada seguro que la próxima visita a Las Ventas aportará más de su concepto puro del toreo. De ese mexicano, suave, lento -llámenlo como quieran- pero sepan que es el bueno.

Pero como México queda al otro lado del charco es más complicado organizar excursión a Madrid. Victor Barrio tiene un séquito de fans, fanáticos -llámenlos como quieran- que le siguen de aquí para allá y hacen frente a viento y marea. En esta plaza, en esta tarde y en ese segundo toro del festejo -al que Barrio recibió a porta gayola con una larga cambiada y al que consiguió robarle una tanda por derechas- se toparon los peñistas con Julio Martínez. Una vez que se le ensalza por una decisión y ya lleva varias cagadas que te hacen olvidar en qué acertó. Por ejemplo lo de dar un aviso cuando el toro está ya flexionando piernas para echarse ¡qué ojo! Don Julio, Sr. Martínez -llamenlo como quieran- se negó a darle la oreja. Con el quinto no pudo hacer nada y ni la junta de vecinos, amigos, aficionados -llamenlo como quieran- pudieron hacer nada al respecto.

Cerraba la novillada, corrida de casi toros, festejo obligado por pliego -llámenlo como quieran- Rafael Cerro de blanco y plata. Detalles y remates muy bonitos a las tandas. Invitan a seguir a este novillero que dejó buen sabor de boca en el tercero de la tarde, primero de su lote -llámenlo como quieran-. El novillo colaboró y mejoró la nota de la primera parte de la novillada. Pero el sexto sí que fue de lío. Metía la cara, embestía, humillaba -llámenlo como quieran-. Era un novillo de poner patas arriba Madrid y pegarte el veranos de feria en feria, de pueblo en pueblo -idem- e ir rodando. Pero faltó algo. De detalles no vive el toreo.

Al final con dos novillos buenos, y cuatro descastados, novilleros con voluntad y ganas de agradar, peñistas alocados como carpeteras de colegio, un presidente que pulula por Las Ventas -llamenlo como quieran. Pero tengan claro que fue un coñazo absoluto-.

Novillos de El Ventorrillo. Bonitos de hechuras. Mejor el 6º con un buen pitón izquierdo. Manejable el 3º. Peores el resto.

Diego Silveti (azul marino y oro): palmas y silencio tras dos avisos

Víctor Barrio (azul marino y oro): ovación  con saludos y silencio tras un aviso

Rafael Cerro (blanco y plata): ovación con saludos tras aviso y palmas tras aviso

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